La campaña de Plan Internacional y Lancôme «Write her Future» tiene como objetivo combatir el analfabetismo funcional y pide la implicación de todos. En respuesta a esta llamada, Belleza Solidaria lanzó la idea de hablar aquí del aprendizaje y su importancia. Y para ello pedíamos que nos contaras cómo ha sido tu camino por la educación .en formato microrrelato breve.
De todos los que nos habéis hecho llegar ¡y han sido muchos! se han escogido 10 testimonios. Como ya anunciamos en su momento los 10 seleccionados por Lancôme recibirán como premio el perfume La Vie est Belle. ¡Felicidades!
Aquí están. Así han salido de vuestros recuerdos, de vuestra mano, y así os los mostramos. Son sinceros, positivos y muy alentadores. ¡Disfrutad con su lectura!
Carme Guiu Díaz
En mi pueblo llovía a menudo. Tras el cristal empañado, mi abuela y yo viendo la lluvia. Al rato, me aburría. Ella se empeñaba en que leyera pero yo no quería. A veces, la engañaba diciéndole frases desordenadas de algún cuento conocido. Ella, que no sabía leer, me creía a pies juntillas. Con el tiempo y su enfermedad, los remordimientos se apoderaron de mi. Me pidió que le leyera a los pies de la cama pero pronto descubrió que algo pasaba. Las letras se mezclaban en mi cabeza y nada tenía sentido. Me abrazó, me dio un beso y me dijo un simple «aprenderás». Lo hice, aprendí pero no pude leerle jamás al pie de la cama. Siempre quise ser profesora y lo soy, de literatura. Gracias abuela!
Esfuerzo y paciencia Por Natalia Sánchez Sánchez
He sido buena estudiante aunque no perfecta. Hija de un albañil y una ama de casa, El dinero en casa escaseaba, pero hicieron todo lo posible para que estudiara. Aunque por circunstancias (mi hermana necesita atención 24 horas), para ir y venir del cole siempre he tenido que ir sola porque ellos no me podían llevar.
Con 13 años, compaginaba mis estudios con limpieza de escaleras para pagar mi ropa, ya que entraba en una edad difícil y mis notas bajaron. Decidí dejar el bachillerato y hacer un fp en el pueblo vecino, así que por las tardes, también limpiaba pisos, porque era mas costoso. A los 21, después de repetir algunos cursos, me marché a la ciudad, 4 horas diarias en un autobús (donde estudiaba y hacia la tarea) porque no podía permitirme el alquiler de un piso, trabajando en un supermercado…fueron años agotadores pero muy orgullosa de ello. En mi graduación, la soledad siguió siendo mi compañera, pero nada importaba más que ese momento que pensaba que no llegaría. Gracias a mis padres y a todos mis compañeros/as que me ayudaron.
Carmen Usó
Me sentí muy motivada desde pequeña a estudiar gracias a mi madre y su pequeña gran historia, donde ella es la verdadera protagonista, ya que tuvo que dejar la escuela a los 12 años para cuidar de su hermano recién nacido, por encontrarse mi abuela indispuesta tras el parto y ser ella la hija mayor. Eran otros tiempos y muy duros pero no se achantó, ella quería estudiar a toda costa. Esto la motivó a estudiar ya de mayor, una vez casada y teniendo su propia familia.
Recuerdo que iba a la escuela de adultos, por la tarde/noche, después de dejarnos la cena preparada y con los reproches de mi padre y de mis abuelas. Al mismo tiempo estudiábamos EGB mi hermana y yo y cada vez que nos contaba su historia nos motivaba en nuestros estudios, era un feedback. De mi madre, lo que jamás se me va a olvidar es su cara de ilusión al prepararse su bolsa con estuche, cuadernos, libro,… La ilusión que le «robaron» con 12 años y que cualquier otro niño no sabe apreciar. Sólo decir que consiguió sacarse el graduado escolar
Julia Figueras Comas
Me llamo Julia tengo 82 años y estoy a punto de acabar el grado de Historia del Arte en la Uned. Pertenezco a una generación de mujeres cuya «labor» principal era ocuparse del marido, los hijos y la casa. De jovencita tenía muchas inquietudes, y con 18 años me fui a Paris a Estudiar Arte dramático, pero cuando volví me casé, tuve 4 hijos y aparqué mis sueños. A mis 40 años retomé los estudios, me saqué el graduado escolar, que en mi época no existía, hice cursos de Inglés, Alemán, Catalán etc.
Siempre he sido muy inquieta culturalmente y me gusta mucho aprender cosas nuevas. Ya de mayor me apunté en la Uned. Hice el curso de transición a la universidad y empecé el grado poco a poco. 3 o 4 asignaturas por curso. No ha sido fácil y al ser de otra ciudad yo no he podido asistir nunca a tutorias ni hacer ningún curso presencial. Le he puesto muchísimas horas de estudio y esfuerzo y he tenido que ponerme al día con las nuevas tecnologías para poder entregar los trabajos online, pero supongo que lo que quiero transmitir con mi historia es que con ganas esfuerzo todo es posible.
Elvira Moreno Barreras
Tengo 59 años y recuerdo como mis padres me educaron por el buen camino para tener una buena educación, muy a pesar de lo difícil que era tirar adelante en esos tiempos difíciles y más viniendo de una familia muy modesta. Gracias papás por ser como soy.
Núria Fernández Muñoz
Era el día en el que volaba lejos de casa, mi sueño me estaba esperando, y aunque significaba estar tan lejos de abrazos y miradas que te curan, tenía que volar hacia él. Mi abuela Ana, la mujer mas sabia y generosa que he conocido nunca, me dio su último consejo. Me dijo al oído: no tengas miedo de llegar muy lejos, y disfruta con el camino, que nadie te diga que no puedes por ser mujer.
Ella que no sabía leer ni escribir, pero aún así conoció a Lorca y cantó mientras tocaba el piano, que me contaba cuentos que se inventaba con un libro abierto delante cuando le pedía que me leyera uno para dormir, y que no se avergonzaba de no saber leer. Una mujer dura, y que sólo he visto llorar tres veces, una de ellas por alegría de ver como su primera nieta se iba lejos de casa a la Universidad, a cumplir los sueños de libertad que ella soñó y como tantas mujeres de su época, se quedaron en eso, en sueños.
Yolanda Sánchez
Cuando el camino es costoso el triunfo se saborea el doble. Para mí la educación no fue un camino de rosas. Y es que aunque de bien pequeñita me encantaba ir al colegio esto poco a poco se fue truncando cuando llegó la hora de empezar a leer. Algo no iba bien, me costaba muchísimo y eso empezó a hacerme sentir mal. Por suerte tengo unos padres que se han esforzado en que yo consiguiera lo mejor. Animándome y apoyándome a pesar de las dificultades. Mi dificultad, la dislexia. Pero vivíamos en una época en que si un pequeño no llegaba a alcanzar los objetivos de la educación era diagnosticado, sí, pero de torpeza.
Gracias al apoyo de mis padres y a enseñarme que todo se puede lograr si le añades un poco de esfuerzo, acabé mis estudios. Hoy en día me dedico a la educación, pedagogía terapéutica. Porque una educación será de calidad cuando todos tengamos las mismas oportunidades. Y sueño con que esto se logre pronto. Porque al fin y al cabo de eso se trata, de enseñar a nuestros pequeños que la vida es bella a pesar de las dificultades.
María Martínez Esteban
Maia era una niña especial. Pasaba los dos kilómetros que recorría cada día desde el colegio hasta su casa repitiendo en su cabecita todas las cosas que la maestra les había enseñado para que su madre y hermana mayor no se perdieran nada de lo que ella veía y escuchaba en el colegio. Pasaban así las tardes, entre tarea y tarea de su humilde hogar, Maia les explicaba todo tan bien que sus mentes viajaban lejos, muy lejos de aquella vieja casa, pobre pero llena de amor…Era su manera de agradecerles el esfuerzo que ellas hacían. Era su forma de volverse más libres.
Amparo y yo. Por Paula Romero González
Al mirar sobre mi escritorio, mi imaginación se queda clavada en una mujer menuda, llena de coraje, de manos pequeñas y surcos en los ojos propios de la edad.
Amparo, marcó mi infancia. Sus clases llenas de ingenio, de poesía y de corazón está, presente en aquellos años.
Interminables sus relatos de aventuras, impecables sus canciones que nosotros intentábamos sacar adelante, en las fiestas escolares, tan sólo para ver el orgullo en aquellos ojos, llenos de amor hacía su profesión y hacía todos nosotros, valía el esfuerzo.
Amparo era la persona que me hizo amar la enseñanza, la que llenaba mi mente de viajes increíbles y la que hizo que años después, mi meta sea ser. aunque sea de lejos, tan buena docente como ella.
Hay libros que marcan una vida, pero también personas que saben hacer que esos relatos sean recordados, en mi caso, era mi querida Amparo.
July Lugo
Desde pequeña siempre soñé con estudiar medicina. Quería ser médico de niño: pediatra. Pero lamentablemente todos mis sueños fueron truncados. Soy hija de padres separados y fui madre soltera por muchos años.
Me encantaba la escuela. Era una niña muy feliz y los profesores siempre me tomaban en cuenta por mi actitud de sentarme delante y siempre estar atenta. Pero a partir de tercero de primaria mi vida cambio, me tuve que ir a vivir con mi padre y mi madrastra apena era una niña, fui a estudiar a una escuela que no me gustaba para nada, el cambio me hizo mucho daño, pero nadie lo tomaba en cuenta, a mi padre le daba el igual, de ahí empezó todo mi fracaso escolar, iba a la escuela pero no me interesaba me daba igual, llegue hasta sexto y luego estudiaba un año y el otro no, cada cierto tiempo vivía en una casa diferente, pero siempre con el sueño de estudiar.
Cuando tenía 16 me fui a vivir sola, conseguí un trabajo y empecé estudiar de nuevo, me había quedado en primero de bachillerato que en mi país son 4 años de bachillerato, primero, segundo , tercero y cuarto. Hice dos años y en tercero me paré de nuevo, hasta que tuve mi primer hijo como madre soltera, termine el bachillerato y me fui a la universidad a estudiar la cerrera de derecho, era mucho para mi, universidad, hogar con un hijo y un trabajo, decidí cambiar de carrera, me pase Psicología Clínica una carrera muy bonita, justo cuando iba por la mitad, me rompí el menisco y los ligamentos de mi rodilla izquierda, aquí concluye y se truncan los sueños de una niña que siempre soñó con estudiar una carrera.
Con este relato describo cómo fue mi vida por el camino de la educación, bastante difícil, pero después de todo siento que he aprendido bastante, por eso en la vida primero son los estudios y lo demás viene luego, porque para estudiar debemos tener una vida sana, sin problemas, sin necesidades, como me hubiese gustado a mi que fuese la mía.
¡Gracias por apoyar la iniciativa de Lancôme «Write her Future»!
El proyecto: Write Her Future contra el analfabetismo funcional
El proyecto de alcance mundial Whrite Her Future ha sido creado por Plan Internacional y Lancôme. En España el objetivo es que 40 mujeres jóvenes de 16 a 21 años y de contextos vulnerables dejen atrás su analfabetismo funcional. Con una formación especial estas jóvenes podrán mejorar sus competencias de comunicación y alfabetización.
Esta formación se lleva a cabo en las Unidades de Formación e Inserción Laboral (UFIL) de la Comunidad de Madrid con una duración de 40 horas. Incluye talleres en grupo, tutorías personales y una evaluación continua, con el acompañamiento de expertos en todo momento. “Mejorar sus capacidades de comunicación ofrece a estas jóvenes más oportunidades a la hora de encontrar un empleo, gestionar su independencia económica y, ganar en autoestima para afrontar los desafíos de la vida adulta”, señala Concha López, directora general de Plan International en España.
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