Siempre me han dicho que hay que focalizar y si este blog es de belleza hay que hablar de belleza, para no dispersar… Pero coincidiendo con el Día Internacional de la Felicidad y por mi profesión de periodista me llega información optimista que no me resisto a compartir.
En ese caso quien me la envía es Kaiku Sin Lactosa, que periódicamente nos hace llegar buenos consejos como los que siguen a continuación.
Cómo ser un poco más feliz… ¡o al menos intentarlo!
Según la Escuela de medicina de Harvard, la felicidad es un estado de ánimo que se trabaja día a día. Dicho con otras palabras, se debe entrenar el cerebro para mejorar los niveles de satisfacción espiritual y física.
Con motivo del día Internacional de la Felicidad que se celebra el 20 de marzo de cada año, y dada la excepcionalidad de la situación actual, Kaiku Sin Lactosa comparte cuatro hábitos contrastados por los expertos de Harvard que favorecen la felicidad y que se pueden realizar desde casa. Es tiempo para reflexionar, para mejorar y para unir fuerzas a favor del bien común.
Construir relaciones significativas (y mantenerlas a través de la tecnología)
2020 será el año en el que sea prioritario situar la vida en el centro. El amor, propio y ajeno, es la clave de la felicidad. El ser humano es un ser social, de ahí que construir relaciones profundas y saludables sea fundamental. Un entorno nutrido de vínculos afectivos no es solo un buen indicador de satisfacción personal, sino que reporta enormes beneficios: retrasa el deterioro mental, mantiene la capacidad memorística, reduce el estrés y ayuda a dormir mejor. Existe una relación directa entre los afectos y la esperanza de vida, lo que se conoce como factor protector. La familia, las amistades, la pareja y los compañeros de trabajo son el trampolín a la felicidad. Tejer una red de apoyo sólida se traduce en charlas enriquecedoras, en risas y lágrimas, en compañía para los momentos buenos y los no tan buenos.
Valorar los placeres de la vida (y del hogar)
Sonará a tópico, pero la felicidad tiene mucho que ver con la interpretación que cada individuo hace del mundo. Hay que dejar de trabajar con absolutos para poner en valor las pequeñas cosas del día a día. Leer un libro al calor de una manta, saborear un plato de comida, intercambiar muestras de cariño con nuestros seres queridos a través de una videollamada o rascar minutos al reloj para un pasatiempo liviano como escribir, dibujar, trasplantar macetas, bailar, etcétera.
Hacer deporte con regularidad (sea donde sea)
Practicar regularmente un ejercicio suave durante 30 minutos es suficiente para secretar endorfinas, esas sustancias químicas que estimulan las zonas del cerebro donde se producen las emociones placenteras y se mitiga el dolor. También puedes planificar esas tres horas y media de actividad física a lo largo de la semana con entrenamientos puntuales y de mayor duración. Los profesionales del sector recomiendan practicar el deporte que mejor se ajuste a las circunstancias y preferencias de cada persona, como por ejemplo actualmente dentro de casa y a través de clases virtuales. Es importante nutrir al organismo tras este pico de intensidad. Los mixes ligeros y sanos de Kaiku Sin Lactosa (fresa y muesli, natural y muesli, o semillas y dátiles) son una buena opción.
Dedicar un rato a la meditación (sin interrupciones)
Meditar es una práctica en la cual el individuo toma conciencia de sí mismo y de los demás. Basta con reservar 15 minutos diarios para realizar este ejercicio de introspección y quietud mental. A largo plazo, combate el estrés, favorece el autoconocimiento y aporta las herramientas necesarias para afrontar los baches de la vida. Este momento de paz absoluta es idóneo para reeducar el cerebro y reconducir los pensamientos en términos positivos. No hay mejor escenario para iniciarse en la meditación que ese refugio llamado hogar.
¿Muy buenas reflexiones no crees? Buenas para poner en práctica en el día a día ¡a partir de hoy!
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