Aunque la palabra cáncer sigue causándonos escalofríos, los continuos esfuerzos científicos no dejan de sumar casos de éxito. La quimioterapia, la radioterapia, la hormonoterapia o las terapias dirigidas están ofreciendo excelentes resultados y demostrando que ganar la guerra es posible.
Aún así, durante el camino hay que librar numerosas batallas y una de las más duras es la de luchar contra los efectos adversos de estas terapias. Uno de ellos afecta directamente a la piel, que se vuelve más sensible y frágil y que por tanto debe ser cuidada con especial mimo.
Por suerte, marcas como La Roche Posay trabajan intensamente en la investigación y creación de productos que minimicen estos efectos y ponen a sus mejores especialistas al frente de la complicada y a la vez agradecida misión.
La firma gala, de hecho, incorporó en su Centro Termal de Francia, en 2008, una división dedicada al tratamiento del paciente oncológico no sólo a nivel estético sino también a nivel psicológico.En 2013 dieron un paso más allá y crearon un grupo de expertos llamado SESKIMO (Grupo Español para el Cuidado de la Piel en Oncología), que agrupa a dermatólogos y oncólogos que identifican los problemas de cada paciente para proponerles cuidados cosméticos adaptados adaptados a sus necesidades.
Otra de las grandes acciones de La Roche Posay ha sido la de crear las denominadas Unidades del cuidado de la piel que explican a los pacientes cómo cuidar la piel antes, durante y después del tratamiento. Estas Unidades se llevan a cabo en más de 15 hospitales de España entre los que se encuentran el Hospital Clínic (Barcelona), el Rey Juan Carlos I (Madrid), el Mediteknia (Las Palmas de Gran Canaria) o el Hospital Costa del Sol (Málaga).
Algunas de las recomendaciones ofrecidas en estos talleres inciden en la importancia de una correcta protección solar dado que los rayos ultravioletas conllevan el riesgo de insolación intensa y quemaduras. Para prevenir lesiones en la piel, La Roche Posay recomienda utilizar fotoprotectores con índices de protección solar muy alto (incluso en condiciones lumínicas cotidianas), proteger también las zonas de las que comúnmente nos olvidamos (orejas, labios, nuca, palmas de las manos y cuero cabelludo) y alargar su uso continuado hasta un año después de la finalización del tratamiento.
Aparte de la protección solar, conviene seguir una rutina diaria que se podría resumir en estos seis puntos:
De esta manera una posible rutina podría ser:
Con estos productos y una actitud positiva, minimizar los efectos de los tratamientos oncológicos en la piel te resultará más agradable de lo que parece.