“Alguien me preguntó una vez: ¿Por qué amas tanto la música?… Respondí: Porque es lo único que me queda cuando todo y todos se van” (Word Music). La autora de este artículo desearía, con su reflexión sobre la soledad no deseada, poder ayudar a personas que en algún momento de su vida se han sentido solos o solas, sobre todo al llegar a lo que llamamos “edad avanzada”, cada vez más precoz.
Por Virtudes Morcillo Martínez. Maestra en Educación Primaria y Musical. Máster en Musicoterapia. Expresidenta de la AAMT. Musicoterapeuta registrada en España. MTAE y SMTAE por la AEMT-EMTC. Jubilada.
Según la OMS: “Las personas afectadas por la soledad y el aislamiento social corren mayor riesgo de sufrir problemas tales como la ansiedad, demencia, depresión, tendencias suicidas o ataques al corazón”. (Tedros Adhanom, 18 de nov 2023).
La soledad no deseada y la soledad libre
Hay mucha diferencia entre la soledad deseada y la no deseada. La soledad deseada es una liberación, un estado de bienestar que la persona elige libremente y en el que se encuentra feliz, realizada y con ganas de cumplir todo lo que la vida le presenta, sin miedos ni preocupaciones. Se suele llevar bien aunque, a veces, la salud física, psíquica o emocional dificulte algo el bienestar diario.
En cambio, la soledad no deseada es muy diferente. A esta clase de soledad llegan muchas de las personas mayores cuando a la jubilación se suele sumar la falta de compañía del ser querido, al que se ha tenido a su lado durante años.
En primer lugar, casi siempre hay que paliar esta soledad con ayuda médica, psicológica, farmacológica y terapéutica. A nivel social, la principal ayuda es la humana, no sentirse abandonado y sí querido por familiares y amistades. No tener carencias sociales. La soledad se convierte en una experiencia personal negativa porque, llegada la jubilación, debes prepararte para empezar una nueva vida que, a veces, ha de ser completamente diferente a la que llevaste cuando estabas en activo. Entonces no tenías tiempo para pensar ni reflexionar sobre tus carencias o enfermedades, o siempre pasaban a un segundo término sin darte cuenta.
Para paliar esta situación es necesario dar pasos adelante con el fin de que esa nueva vida sea completa y te llene los días. Ahora la obligación es seguir cuidando de los que tienes alrededor, de algún nieto cuando te necesitan los padres, pero también debe ser el ocio, el bienestar y el autocuidado.
El aprendizaje tras una pérdida
Es probable que te hayas hecho mayor pendiente de ese ser querido con el que has convivido muchos años y que ahora ya no está. Esa obligación también desaparece y aún sumas más tiempo para ti. Todo se convierte en un proceso de aprendizaje que requiere su reflexión, como cualquier cambio drástico, además no quieres dar mal ejemplo a los tuyos porque también tienen sus problemas y sus vidas, que, por los tiempos que corremos, son muy completas y ajetreadas…
Después de unos años te encuentras y te preguntas: ¿Qué hago ahora con mi vida? Ahora has de quererte, porque si no estás bien no podrás hacer nada por los demás. Puedes hacer un voluntariado para que tu experiencia profesional beneficie a los demás, la solidaridad te llenará de satisfacción, “hacer el bien” es siempre fantástico.
Reinventarse para seguir adelante
Fueron momentos difíciles los de la pandemia, lo truncó todo y muchos mayores no pudieron seguir con su labor ya que se convirtieron en “factor de riesgo”, la alternativa era poco menos que quedarse en casa. Afortunadamente esa situación está superada y ahora las personas mayores pueden volver a reinventarse y seguir adelante buscando otras opciones que nunca imaginaron. Si lo necesitas debes estar abierto a recibir terapias de otros profesionales, estos te pueden ayudar a llenar de nuevo tu vida.
Sin dejar tus costumbres habituales de ocio, lectura, música, viajes, que siempre te han acompañado, has de encontrar también nuevas amistades que te van a hacer descubrir que tus “problemas” son también los de los demás.
Vivimos en una sociedad bastante egoísta y eso lo vemos en los familiares más próximos a los que, a veces, no ves tanto como quisieras… Y no es porque no te quieran, no, pero no eres “su prioridad”. Por eso has de seguir adelante, sigue luchando por el día a día, que cada vez que te levantes sea una nueva oportunidad para cumplir tus sueños. Nunca pierdas la fe y la esperanza, piensa que no estás solo/a, “estás contigo mismo”… Siempre habrá un más allá. Da gracias a Dios por lo que tienes, por ser como eres.
Que la salud te acompañe, la alegría, las ganas de vivir y, sobre todo, no dejes aparcada tu sonrisa. Y recuerda
“Un día sin reír, es un día perdido”.
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