El pasado 13 de diciembre un misterioso cargamento de sacos dejaba un rastro blanco en la playa de Balieiros, en Corrubedo. Con el paso de las horas, estas pequeñas bolas plásticas dejaron de resultar tan misteriosas y comenzaron a aparecer en otros puntos de la costa. Al parecer, días antes el buque con bandera de Liberia Toconao había perdido seis contenedores en el Atlántico. Éstos esparceiron más de 26 toneladas de pellets de plástico en el mar.
¿Qué son los pellets?: Los pellets son, en realidad, perlas de tereftalato de polietileno (PET). Es el mismo tipo de plástico que se usa para las botellas de refresco.
Los pellets no son biodegradables . Y al ser menos densos que el agua, acaban arrastrados por las olas en dirección a las playas. Para que lo entendamos, son ladrillos que se utilizan fundiéndose para dar forma a diferentes objetos de plástico.
Pellets y microplásticos: en boca de todos
Desde esta catástrofe ambiental las preguntas sobre los microplásticos han vuelto a estar presentes en los informativos. ¿Cómo afectan al agua, a los alimentos y a nuestro cuerpo? Si googleamos la palabra «microplásticos», el buscador nos termina la frase con cualquiera de estas cuestiones.
AGUA: Aunque no hay consenso firme, se consideran microplásticos todos aquellos plásticos minúsculos, que estén entre unas micras y 4 o 5 mm aproximadamente. Los científicos han encontrado microplásticos cerca de la cumbre del Everest y en la fosa de las Marianas, a casi 11.000 metros bajo la superficie del Pacífico. En el último recuento, realizado el año pasado, científicos japoneses de la Universidad de Kyushu calcularon 24,4 billones de microplásticos en la parte superior de los océanos del mundo. O lo que es lo mismo, el equivalente a unos 30.000 millones de botellas de agua de medio litro.
ALIMENTOS: No es de extrañar que la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) estime que una ración de mejillones de 225 gramos podría contener hasta 7 microgramos de microplásticos. En una asociación de agua y alimento podríamos pensar que solo podemos encontrarlos en animales marinos. Pero nada de eso, también se han encontrado en la sal de mesa, las verduras, la miel, la cerveza y hasta en el agua de beber, la del grifo y la embotellada. En estos casos, ya no solo es por la basura marina, sino por las moléculas plásticas que flotan en el ambiente.
CUERPO: Según un equipo de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, que decidió comparar la amenaza de comer mejillones silvestres contaminados con la de respirar el aire de una casa típica. La gente ingerirá más plástico al inhalar o ingerir diminutas fibras de plástico invisibles (nanoplásticos) que flotan en el aire a su alrededor, fibras desprendidas por su propia ropa, alfombras y tapicería, que al comer los mejillones.
Comemos plástico y el futuro dirá cómo afecta a nuestra salud
Algunos estudios presentan titulares tan preocupantes como que “ingerimos cinco gramos de plástico a la semana, el mismo peso que una tarjeta de crédito”. Pero a la pregunta ¿qué daños producen los microplásticos para el ser humano?, la comunidad científica aún no se ha puesto de acuerdo. Hay investigadores que aseguran que existen motivos para la preocupación mientras que otros como el estudio SAPEA, firmado por diversas instituciones científicas europeas, sostiene que no tenemos evidencia de ninguna enfermedad que haya aumentado por culpa de los microplásticos a día de hoy. De lo que sí hay evidencias es que hay plástico en nuestro cuerpo. En nuestros pulmones. En nuestros intestinos y en la sangre que fluye a través de nosotros. No podemos verlo, ni podemos sentirlo, pero está ahí. Lo demás está por ver.
Imágenes: OCG Saving The Ocean
Fuente: NOVUM
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