Me reenvía esta carta que reproducimos a continuación una persona a la que quiero mucho. Por eso, sin dudarlo, publico esta llamada desesperada del santuario Todos los caballos del mundo para difundir lo que está pasando en este lugar. Quién sabe si de esta manera consigamos despertar la colaboración de amantes de caballos y otros animales abandonados que desconocen la labor de esta ONG. Nosotros hemos hecho un pequeño donativo porque cualquier ayuda cuenta y «jamás es poca o pequeña» cualquier aportación que podamos ofrecer. Así nos lo recuerdan desde este refugio. (Rosa Girona Roig, Fundadora de Belleza Solidaria)
Firma la carta Virginia Solera (Presidenta de la Asociación Todos los caballos del mundo)
Yo confieso que el Santuario de Todos los Caballos del Mundo (antiguo CYD Santa María) es uno de mis grandes amores. Y siento que otras personas lo valoran de la misma forma por sus colores, sonidos, caballos, árboles, gatos, flores… y por la increíble serenidad y amor que se respiran nada más poner un pie en esta isla sagrada. Lo considero una isla porque hasta ahora lo hemos mantenido aislado, protegido, de quienes disfrutan pisoteando flores hermosas.
Pero confieso que estoy cansada, no, más aún, exhausta. Preocupada por quienes trabajan con nosotros. Muchos ya sabréis que José se ha ido por voluntad propia para evitarnos los gastos de nómina y Seguridad Social que no podíamos afrontar. A veces, en los mercadillos, preguntan que por qué tenemos tantos trabajadores, ahora mismo sólo tenemos uno en el Santuario y, sin lugar a dudas, no es suficiente. Algunos refugios son más pequeños; otras personas se encargan de animales que pesan menos de 400 kilos de media; los hay que no tienen tanto terreno que mantener (60.000 m2) para que animales de estas características puedan vivir en un hábitat lo más apropiado para ellos… Ningún trabajador de TlCdM nos abanica. Todos son, todos somos necesarios.
Mi hermana y yo predicamos con el ejemplo, ahorramos todo lo que podemos (y más, es increíble que un refugio como el nuestro se mantenga «bien» con los recursos de que disponemos), luchamos cuando es necesario, ponemos la espalda (lo que nos queda de ella), para acarrear sacos como el que más. Por cierto, confieso que mi hermana tiene secuelas físicas y mentales, algunas de ellas irreversibles. Si queréis saber más, preguntadle a ella.
A pesar de todo esto, damos las gracias a diario por Luciano, uno de los tres pilares del Santuario y, en gran medida, artífice de que no tengamos que gastar tanto, ya que él arregla muchas cosas y restaura otras.
Confieso que a los caballos ha habido que bajarle la comida (quienes queráis criticarnos, por favor, ni os molestéis, difícilmente cualquier palabra vuestra podría quebrar más nuestras almas). Hemos tenido que tomar decisiones durísimas. Ya son dos los trabajadores despedidos. Ya hemos recortado en comida y en cama. Si os sirve, como comparación, nosotros hace años que apenas dormimos las horas que deberíamos por estar cuidando de los animales. (Y para quien le importe, nuestros padres siguen el proceso degenerativo propio de su edad, por lo que también necesitan muchas atenciones y mimos).
Hemos hecho de todo (y alguna cosa más que no pienso confesar, todo legal…) para sacar el Santuario Todos los caballos del mundo adelante. Hemos tocado a tantas puertas y, ya sin ideas, sin fuerzas, y sin ganas, me pregunto: ¿por qué no los quieren?
Son seres que han sufrido historias inenarrables, “gores” como me criticó un día una visitante, pero ya están bien, se están recuperando. Son seres amables, tiernos, nobles, divertidos… ¿Por qué nadie los ve como nosotros? También quedan muchos ahí fuera luchando por sobrevivir y que no les hagan más daño… ¿por qué las instituciones no los ven? Ayer una señora de Estepona nos mandó una foto de un caballo, por si podíamos mandar un veterinario para eutanasiarlo. Lo hubiéramos hecho de haber llegado a tiempo.
Aún así hay personas que nos critican, que creen que podríamos hacerlo mejor y nosotros les respondemos el teléfono, mientras con la otra mano estamos dando de comer a uno de nuestros animales más enfermitos, y tratamos de responder siempre con la poca alegría que guardamos en los rincones de nuestros corazones.
Y confieso que, tras tantos años intentando que vean a los caballos como son… Salvadores de los humanos, compañeros, amigos… Ahora parece que nos toca el turno a nosotros también de hacernos algunas preguntas. Mucha gente nos dice el buen trabajo que hacemos, nos publican en redes, graban reportajes, pero: ¿dónde están nuestros héroes?, ¿quiénes van a salvarnos?; ¿serán miles de personas difundiendo nuestra labor hasta que nos conozcan?, ¿será alguien que ame profundamente a los animales?, ¿quizás una empresa que quiera unir su nombre a un trabajo realmente serio, necesario y honesto? (y que por supuesto aún no lo ha encontrado porque, por desgracia, no hay tantos…).
HÉROES, leed atentamente este texto
Porque queda poco tiempo, lo confieso. No sé cuánto. Ojalá todos los que leáis esta carta, la reenviéis y busquéis ideas para salvarnos de una catástrofe más que anunciada. Ojalá os convirtáis en padrinos o habléis con una buena empresa en nuestro nombre…
No sé qué Milagro podrá ocurrir, no sé qué podrá despertarnos de este mal sueño. Hasta los amigos más cercanos, te miran con otra cara cuando dejas de ser tan fuerte o al menos no lo pareces… Es curioso. Pobres perros, ¿no? Ya sabéis a perros flacos, todo son pulgas. Quién será quién nos vea por primera vez, nos considere el ser más hermoso del mundo, nos lleve a un vet con todo su amor y quiera apadrinarnos a nosotros, por fin, después de tantos años de lucha para regalarnos una segunda oportunidad y algo de esperanza. Si no, por uno de esos giros inesperados de la vida, seremos todos nosotros, quienes acabemos tirados en una cuneta con muchos coches pasando y mirando para otro lado…
Aquí tienes la ubicación si quieres visitar Todos los caballos del mundo (con cita previa)